miércoles, 17 de mayo de 2017

Los Jaramillo 200 años vendiendo la de Medellín


Los Jaramillo nacieron, crecieron y se formaron como familia unida vendiendo en las esquinas de la eterna primavera un boleto hacia la felicidad.

De los Jaramillo sólo queda Rosa, porque su papá murió hace nueve años y su madre hace siete meses. "Mi papá, Octavio de Jesús, prácticamente no conoció otra mujer que mi madre y menos otra lotería que no fuera la de Medellín. Desde que recuerdo siempre se hacía en el Parque Berrío, luego en el pasaje La Bastilla y finalmente acá, cerca del edificio", dice Rosa. "Pero mi viejo se me murió hace nueve años dejándonos solas a mi mamá, mi hermana y a mí", agrega. 

Cuando Octavio de Jesús murió llevaba cerca de 60 años como lotero. María del Carmen le ayudaba al sostenimiento de la familia con un puesto en El Pedrero hasta que lo cerraron por el incendio que destruyó varios de sus locales, hace 50 años.

"Entonces ella, dice Rosa, empezó a vender la Lotería de Medellín junto a mi viejo y yo. Mi papá la convenció de que era lo mejor para todos nosotros. Y aquí llegó a abrir "su capital, su plante". Era lo que nos servía a todos porque aquí siempre nos han tratado como "cristianos", dice Rosa al contar que gracias a su puesto de lotería consiguieron la casa donde viven en Santo Domingo.

"Es un ranchito, por allá en un huequito, pero es de nosotros" dice con orgullo.

Al quedar solas, María del Carmen y Rosa se volvieron casi parte del edificio de Benedan. Sus dos puestos siempre exhibían numerosos billetes de la Lotería y por eso se hicieron populares entre los compradores.

"Tengo anécdotas tristes y alegres que contar... Tristes cuando venían a robarle a mi mamá los billetes aprovechando que era de avanzada edad. Afortunadamente los compañeros y los vigilantes de la entrada nos ayudaban. Y alegres... cuando una vez no me quedaba sino una fracción y un muchacho quería un billete completo, pero de otro número... Llévela que es la última, le dije, y me la compró.

"Yo me quedé tranquila y al otro día vi que venía muy contento... Me gané el GRANDE... me dijo y me entregó dos mil pesos. Eso era mucha plata en esa época (en los 70's). Nunca más volvió"

Los años pasaron y María del Carmen celebró sus 90 años. "Aquí (dice señalando el edificio de Benedan, me la celebraron). Fueron a mi casa, con serenata y fotos. Pero hace poco la viejita se me empezó a enfermar y cuando un día me dijo que ya no podía tragar, ya era tarde... el cáncer la tenía invadida.

"Yo le decía vieja, quédese acá en la casa, pero ella decía NO, tengo que ir al puesto y así en sillas de ruedas yo me la traía... hacía poquito o mucho, pero ella disfrutaba vendiéndola... hasta que se me murió el año pasado. A los 94 años".

Como siempre, con sus vendedores y grupo cercano, Benedan acompañó a la familia en el doloroso proceso.

"Ya me quedé sola con mi hermana pero aquí sigo. Esto es lo que nos da la comida. A mi mucha gente me dice póngase a vender otra cosa, pero nosotros solo hemos vendido la Lotería toda la vida y nos hemos sostenido", dice Rosa Jaramillo.

De buen "color", como decían las mamás, con mucha energía y con su chaleco de la Lotería de Medellín siempre puesto, Rosa está cerca "de los ochenta", pero sigue con la misma energía que cuando empezó hace casi seis décadas a vender la suerte.

La próxima vez que la vea, en la entrada del edificio de Benedan, recuerde que ella ya ha vendido el mayor y "varios secos en muchas veces!, así que usted podría ser el próximo al que le entregue la fortuna que viene en cada fracción o billete de la Lotería de Medellín. 

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