jueves, 25 de septiembre de 2014
Mientras “se compra la suerte”
El billete es colorinchudo, se fila entre otros que le compiten en cifras atractivas a los ojos expectantes que lo recorren: se le quiere, se le busca, se le antoja cumplir sueños de muchos que se toman su tiempo para escoger, para seleccionar las cifras que podrían resumir ese momento en que la vida se encuentra con la suerte… Pero lo mejor es cuando llega el viernes, y se sabe que el plan de comprar la lotería implica volverse a enamorar de esos números compartidos en familia, o sino pregúntele a Paola Andrea Saldarriaga.
Con la barriga de embarazada cubierta por una blusa rosa se abre paso entre las filas de gente. Los gemelos llegarán en dos meses, por el momento espera a que la abuela se decida por un número; se le sabe los nombres a los loteros, cumpliendo la regla de oro de quien suele comprar la de Medellín cada ocho días: “Tiene su lotero de confianza y yo desde chiquita la acompaño a hacer sus vueltas por acá en el Centro, después de comprar la lotería nos vamos a comprar las cosas que necesitamos en la casa”.
No tiene favoritos, más bien espera a que la cabeza llena de canas dirija la mirada por más de un minuto a la fila que le puede traer suerte. Esta vez fue el 7, el otro viernes perfectamente puede ser el 1.
Todo indica que le gustan los impares… De fondo alguien discute lo cerca que estuvo y le hace bromas a Don Jesús con lo que habría hecho con esa platica y la liga que se perdió.
Paola confiesa que le da más emoción ayudarle a buscar los Secos a su abuela: “Ella espera a que pasen los ocho días y siempre soy yo la que los busco, es bueno ver cuando se estuvo tan cerca…” se guarda una sonrisa para ella y no deja de ver con nostalgia a su compañera que ignora por completo el diálogo, mientras con el dedo señala el billete que llevará esta vez.
Los taxis pintan de amarillo la calle, en un acopio que parece aguardar sus ganas de hacer siesta o servir de antesala a la lectura del periódico con noticias que escandalizan. El carrito de tintos hace estaciones en las esquinas y el tráfico fluye sin contratiempos: es temprano, a las 8:00 de la mañana el Centro parece apenas descansar.
“Mucha suerte”… Rezan los loteros cada vez que entregan el billete de lotería, y es justo ahí cuando las carteras de las señoras se abren para guardar el portador de las que podrían ser las mejores noticias de su vida.
Paola lee los Secos y le comenta a la abuela que coincidieron en dos cifras, ella sonríe y le pregunta si se fijó bien. Todo en cuestión de un minuto, tiempo en el que se toman del brazo y se pierden entre las sombras de los árboles que cubren el pasaje La Bastilla.
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