Una vía se deja ocupar por sombrillas colorinchudas que aguardan a los caminantes del Centro, esos que bajan, buscan la suerte, se encuentran con sus amigos y su familia. Los mismos que cada semana tienen la certeza de que esta puede llegar en grande o en pequeñas porciones, “pero llegará”, se repiten algunos cada vez que se les pregunta por su costumbre de comprar “la de Medellín” como ellos la llaman con tono cariñoso.
El lotero aguarda clientes que perfectamente ve desde hace más de 30 años. Observa cómo sus hijos crecen y sus familias se superan, se convierte en ese testigo fiel del avance de tantos, que deja notarse con gracia después de muchos años transcurridos, gracias a la clientela fija y fiel.
La Bastilla, Parque Berrío, La Alpujarra, San Antonio y esos cientos de personajes que llevan en billetes de lotería los sueños que pueden cumplirse, saben que la actitud debe ser positiva, que se debe creer en la llegada de la suerte “o sino esto no tiene sentido” como asegura María de Jesús mientras atiende a sus clientas de toda la vida y que hoy, con algo de canas en la cabeza, saben que “El Gordo está por caer”.
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