La gente ocupa el Centro de Medellín con sus rutinas y sus vueltas pendientes; todos tiene una tarea por cumplir y muchas veces el puesto de Lotería se convierte en el lugar donde algunos comparten los sueños que tienen, se conversan metas y se comunican con esa frase que comienza: “Donde me coja el mayor yo…” fragmentos de eso que se haría cuando la suerte decida llegar en grande.
El billete de lotería reposa en los puestos, con los colores vivos, testigo fiel de esa “pausa activa” que se da cuando los que van de afán deciden parar para darle un tiempo a la búsqueda de un número, a una señal que tal vez se hayan encontrado en el camino o en las palabras que cruza con “el lotero de toda la vida”, como algunos llaman a ese personaje que los saluda y los invita a tener suerte cada 8 días.
“La de Medellín” más que una lotería, se convierte en ese momento de la semana, donde al salir a buscarlo, se vive y se sueña una vida mejor; y esa actitud siempre aportará a que las cosas se vean cada vez más posibles.
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